Patente vs Marcas: ¿Cuál es la diferencia?

Diferencias entre patentes y marcas

Un consejo común que se da a los nuevos o potenciales empresarios por parte de los expertos, es que deben empezar por proteger su propiedad intelectual. Ni que decir tiene que es una buena recomendación: la propiedad intelectual suele representar una parte importante de los activos de una empresa. Sin embargo, los gurús de los negocios suelen dejarlo ahí, y no proporcionan detalles útiles sobre cómo se debe proceder exactamente a obtener dicha protección.

Por suerte, esto es exactamente lo que nos dedicamos en iGERENT, y sin más preámbulos, pasemos a explicarlo.

¿Qué es la propiedad intelectual?

Antes de entrar en detalles sobre qué tipos de propiedad intelectual existen y cómo protegerlos, debemos preguntarnos qué es realmente la propiedad intelectual y por qué es tan importante.

Según una de las autoridades en la materia, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), la propiedad intelectual se refiere a "creaciones de la mente"; es intangible y, como tal, a veces es difícil de definir.

La legislación sobre propiedad intelectual tiene por objetivo encontrar un equilibrio entre la protección de los derechos de los creadores de obras para así beneficiarse de su creación y el fomento de la innovación, el progreso tecnológico y crecimiento económico, la protección de los derechos de los consumidores a un consumo seguro de bienes y servicios y el acceso a una amplia gama de obras.

La protección de la propiedad intelectual dista mucho de ser una nueva tendencia, ya que los dos instrumentos principales que la reconocen internacionalmente son, el Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial de 1883, y el Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas de 1886.

Propiedad industrial y derechos de autor

Los dos tratados mencionados anteriormente han sentado las bases para la protección de los dos tipos principales de propiedad intelectual: la propiedad industrial, por un lado, y los derechos de autor, por otro

En general, el derecho de autor es el que protege los derechos de los creadores de obras artísticas, literarias y, en cierta medida, científicas. Atendiendo a lo establecido en el Convenio de Berna, estas obras están protegidas desde el mismo momento de su creación o publicación y tal protección se extiende a todo el mundo – o por lo menos a todos los países miembros del Convenio. No obstante, cabe señalar que la duración de la protección de los derechos de autor varía según los países, razón por la cual algunas obras pueden haber pasado a ser de dominio público en un país determinado, mientras que siguen estando protegidas en otro.

Además, en algunos países, por ejemplo en los EE.UU., el registro de los derechos de autor es una necesidad si va a emprender acciones por infracción de derechos contra terceros. Sin embargo, independientemente de si lo ha registrado o no, también debería considerar la posibilidad de añadir el símbolo © a su obra.

También puede ser útil inscribirse en una Sociedad de Gestión, como la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores (ASCAP) o el equivalente local en su país de origen para facilitar la recaudación o los derechos por la explotación de obras artísticas.

Por otra parte, la propiedad industrial se refiere a los productos y servicios que se ofrecen en el comercio. Históricamente, se refería principalmente a productos manufacturados, de ahí la palabra "industrial", pero con la transformación de la sociedad y el auge de la industria de servicios, el nombre ha perdido parte de su relevancia y la propiedad industrial es cada vez más aplicable tanto a los productos como a los servicios.

Si bien la propiedad industrial abarca una amplia gama de protecciones, desde los dibujos y modelos industriales hasta las indicaciones geográficas, los dos más conocidos -y que más a menudo son fuente de confusión- son las marcas y las patentes.

Comparación entre Patentes y Marcas

Las patentes protegen invenciones

Son derechos que se conceden al titular de una invención, en la jurisdicción en la que está registrada, para utilizarla y explotarla de manera exclusiva e impidiendo que otros la utilicen sin el consentimiento explícito del inventor.

Sin embargo, no todas las invenciones pueden ser patentadas, y existen ciertos requisitos que se deben cumplir para que se pueda conceder una patente sobre las mismas:

  • Novedad: La invención debe ser novedosa, en el sentido de que "nunca antes se haya visto", no sólo en el país en el que se solicita el registro, sino en todo el mundo. Esto significa que en el momento en que la invención se presenta al público o se publica en cualquier lugar, pierde su novedad y, por lo tanto, su patentabilidad.
  • Que no sea evidente y tenga capacidad inventiva: La invención no debe ser el resultado de una combinación de invenciones anteriores o de una simple modificación de una antigua. Una invención se considera obvia y, por lo tanto, no patentable si alguien puede crear sin mucha dificultad algo similar contando solo con la base de conocimientos disponibles en el dominio público.
  • Aplicación industrial: Una invención no es patentable si no puede ser utilizada en la industria - la definición de industria debe ser tomada en un sentido amplio, ya que puede incluir sectores tan diversos como la agricultura o la astronomía.

Así pues, ¿qué productos utilizamos diariamente y a los que se les haya concedido una patente? La lista es interminable, pero piense simplemente en el dispositivo más común de todos: nuestro smartphone

Sin siquiera tener en cuenta las patentes que se han concedido para la construcción del propio dispositivo, también entran en juego muchos otros productos o dispositivos patentados: sistemas de navegación como el GPS, sistemas de comunicación y de red como las redes 3G o los sistemas Bluetooth.

Tiene sentido que se patenten, si tenemos en consideración que todavía son novedosos para nosotros -o al menos para todos los que tenemos más de 25 años-, pero tal vez le sorprenda saber que algunos objetos que hoy en día parecen totalmente comunes alguna vez fueron patentados: el imperdible, el cepillo de dientes, la bombilla, la trona de bebé, las notas Post-It o el Velcro, por nombrar sólo unos cuantos.

Pero, ¿por qué "una vez tuvieron patentes" y ya no las tienen? Las patentes se conceden por un período de tiempo limitado -por lo general 20 años, aunque depende del país- y no pueden renovarse. Una vez que la patente ha expirado, cualquiera es libre de fabricar y vender el producto en cuestión.

Las marcas, por otra parte, tienen una validez inicial de diez años (en la mayoría de los países), pero pueden renovarse indefinidamente. Increíblemente, la primera marca registrada en el Reino Unido, con el número UK000000000000001 (logotipo de la cerveza BASS & Co Pale Ale), hoy sigue en vigor, habiendo sido puntualmente renovada desde el 1 de enero de 1876.

Así pues, si las patentes protegen invenciones, ¿qué protegen las marcas?

Las marcas protegen la identidad de un signo

Al contrario de lo que muchos de nuestros clientes o potenciales clientes piensan, el propósito del registro de la marca no es principalmente "impedir que otros usen [su] marca". La función de las marcas registradas es proteger a los consumidores y no a los comerciantes, aunque en el proceso se terminan también protegiendo a los mismos.

Una marca es un tipo de signo (ya sea un nombre, un logotipo, un sonido...) que sirve para determinar el origen de un determinado producto o servicio, es decir, algo que identifica a la empresa que lo fabrica. Por esta razón, una marca siempre se registra en relación a ciertos productos o servicios, y pueden coexistir marcas registradas idénticas pertenecientes a diferentes empresas, siempre que sean para productos muy diferentes.

Para proteger la identidad de un signo, a menudo es necesario registrar varias marcas, para que cada una de ellas proteja una parte de la misma: el nombre, los diferentes logotipos y, en caso de que la marca se utilice para comercializar diferentes líneas de productos, la línea de productos.

Un ejemplo práctico, es el de los fabricantes de automóviles. Ellos no sólo necesitan registrar como marcas su nombre y logotipo, sino que también necesitan proteger el nombre de cada modelo de coche. En el caso de Porsche, por ejemplo, no sólo registrarían este nombre y su famoso logotipo, sino también nombres de modelos como Carrera, Boxter, Cayenne... Por este motivo, una empresa internacional puede llegar a ser propietaria de cientos de marcas en un país específico, razón por la cual la mayoría de ellas cuenta con todo un departamento dedicado exclusivamente a la gestión de sus derechos de propiedad intelectual, incluidas las marcas.

Aunque existen algunos límites que delimitan qué se puede registrar como marca, si usted piensa que un elemento de la identidad de su imagen comercial se utiliza para identificar el origen de sus productos o servicios, entonces vale la pena considerar registrarlo como marca.

En caso de duda, nuestros Asesores de Marcas están a su disposición para ayudarle a diseñar su estrategia de marcas, por lo tanto, contáctenos.

 

Author: Victoire Bauvin Trademark Consultant @ iGERENT

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